Existen dos caminos para la ropa que ya no usas: El primero es darle una segunda vida poniéndola a la venta o donándola a una fundación y el segundo, quemada o enterrada bajo tierra
A pesar de que podemos dar una segunda vida a la ropa que ya no usamos, en España el 90% de los desechos textiles acaban en la basura, es decir, quemada o enterrada bajo tierra. Por este motivo el sector textil es el segundo más contaminante del planeta debido a sus numerosos impactos negativos en el medioambiente.
Según el informe “La ropa usada. Tendencias de un mercado emergente”, realizado por Asirtex, la Asociación ibérica de reciclaje textil, el residuo textil del hogar en España es directamente proporcional al desarrollo de las grandes marcas Fast Fashion. Al ser España la casa de las marcas pioneras de la moda instantánea, el consumo de moda es mayor, aunque el presupuesto para “vestir” presente una reducción. De la misma forma, se ha producido un incremento en el volumen de prendas que poseen los hogares españoles aumentando el residuo textil. Según datos del mismo informe, en 2017 sólo en España se generaron más de 900 millones de kilogramos de ropa, pues cada español compró, aproximadamente 34 prendas y desechó de media de 10 a 14 kilos el mismo año.
No permitas que la ropa que ya no usas sea un problema medioambiental
Un problema que radica en que los modelos más exitosos en el mundo de la moda no son circulares, es decir que las prendas tienen una sola vida y un solo dueño. La compra desaforada de ropa impulsada por las “Colecciones vivas” (aquellas creadas por las grandes marcas que tienen una vigencia, únicamente, de 8 días) incentiva un comportamiento de compra en que se usa y se tira a las pocas semanas o meses de haber comprado. Por lo cual, en el mundo se incinera o se entierra bajo el suelo de un vertedero el equivalente a un camión de basura cargado de textiles cada segundo.
Tal como reportó Asirtex en su reporte, en el año 2020 serán más de 500 millones de kilos de ropa que no tendrán ningún tratamiento de recuperación. Mientras tanto las cadenas de bajo coste siguen liderando en el mercado y se reduce el ciclo de vida de las prendas. En definitiva, estamos ahogando el planeta en un mar de prendas desechadas que muchas veces están en perfecto estado. De hecho, según el informe “Moda circular 2019” realizado por Micolet, el 54% de las españolas admite tener en su armario ropa con etiqueta que después de meses, nunca ha estrenado.
Cómo evitar que la ropa que dejas de usar termine quemada o enterrada bajo tierra
Si al llegar a este punto del artículo te han sorprendido las cifras y quieres tomar cartas en el asunto comenzando desde casa y por tu armario, aquí te proponemos tres grupos para clasificar la ropa que descartas de tu ropero:
- En perfecto estado para reutilización: La ropa que no tiene mayor desgaste y que puede ser parte del armario de otra persona, la puedes vender de segunda mano, de esta forma estás ganando dinero. Por otra parte la puedes donar a fundaciones, en estos lugares siempre habrá alguien al que seguro le será muy útil.
- Para reciclar: Aquella ropa que está muy deteriorada. Puedes llevar estas prendas a los contenedores de reciclaje textil que ya tienen disponibles marcas como H&M o Zara. Al dejarlas allí las trasladan a lugares de producción en donde las prendas se transforman en productos o materiales con la finalidad original.
- Para reparar o mantenimiento: En este grupo de clasificación deben estar las prendas que, aunque te gustan y las seguirías usando por los siglos de los siglos, tienen algo para arreglar. Son piezas a las que puede faltarles un par de botones o tienen algún agujero que al coser será imperceptible. En el caso de los zapatos, puedes llevarlos a la zapatería para cambiar las tapas, incluso, para darles tinte, de esta forma evitas convertir muchas prendas que te gustan en desecho y seguirán luciendo como nuevas.
La solución: responsabilidad medioambiental
Debemos ser conscientes de que la ropa usada es considerada un residuo urbano, que ha exigido la creación de políticas públicas que tienen como objetivo el “Desarrollo Sostenible”, es decir, satisfacer las necesidades del presente sin poner en peligro el bienestar de futuras generaciones. Es primordial que tengamos responsabilidad medioambiental frente a lo que compramos, usamos y desechamos, incluyendo “la capacidad de pensar, de valorar y actuar, lo cual requiere que entendamos los seres humanos como agentes en vez de pacientes” así lo proponía el premio Nobel de Economía, Amartya Sen.
En pocas palabras, es hora de desarrollar un consumo responsable, y trasladarnos a una economía circular, en la que el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciendo al máximo la generación de residuos, tal como señala el Plan de acción europea para la economía circular.
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